Nacida en Camboya alrededor de 1970, Jenny vivió una infancia marcada por la guerra y la pobreza bajo el régimen del Khmer Rouge. A los 8 años, su familia huyó a Tailandia, luego a Vietnam, y finalmente emigraron a Canadá cuando ella tenía 14 años. Allí trabajó en diversos empleos antes de mudarse a Nueva York en los años 90 .

En Nueva York, Jenny asistió a una escuela de cosmetología con la intención de convertirse en estilista, pero descubrió su verdadera pasión en el arte de las uñas. Comenzó trabajando en el salón de su cuñada y, tras solo tres meses, abrió su propio salón en el Bronx. Aunque enfrentó desafíos iniciales, incluyendo racismo y dificultades económicas, perseveró y desarrolló su estilo distintivo .

Inspirada por una revista japonesa de uñas, Jenny comenzó a incorporar cristales Swarovski en sus diseños, creando uñas largas en formas como stiletto, almendra y "coffin". Estas creaciones, que pueden tardar hasta tres horas en completarse y costar hasta $300, transformaron el nail art en una forma de joyería.

Su estilo único atrajo a celebridades como Yandy Smith de "Love & Hip Hop", quien la ayudó a establecer su presencia en Instagram. Sin embargo, fue su colaboración con Cardi B lo que catapultó su carrera. En 2012, Cardi B, entonces una bailarina en un club nocturno, visitó el salón de Jenny en Harlem. Después de una primera experiencia insatisfactoria con otro técnico, Cardi insistió en que Jenny hiciera sus uñas. Desde entonces, Jenny ha sido la manicurista de confianza de Cardi B, creando diseños icónicos para eventos como los Grammy de 2018.

Jenny ha sido reconocida con el premio "Nail Artist Influencer of the Year" en los American Influencer Awards de 2019. Además, ha lanzado su propia línea de productos, "Jenny Secret", que incluye geles y herramientas para aplicar cristales, permitiendo que otros artistas repliquen su estilo característico .

Actualmente, Jenny es embajadora de la marca OPI y continúa innovando en el mundo del nail art, ofreciendo clases y compartiendo su experiencia con aspirantes a técnicos de uñas .
americansalon.com

Jenny opera dos salones en Nueva York: "Nails on 7th" en Harlem y "Jenny's Spa" en el Bronx. Sus diseños son tan solicitados que clientes de todo el mundo viajan para obtener una cita con ella. Además, comparte regularmente sus creaciones en su cuenta de Instagram @nailson7th, donde tiene más de 1.3 millones de seguidores.

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¿Sabías que pintarse las uñas alguna vez fue un símbolo de guerra, poder… y a veces hasta de castigo?

 Así es. El arte de embellecer las uñas —eso que hoy vemos desfilar en tutoriales de TikTok o brillar con efecto cromo bajo las luces de un salón— tiene raíces que se hunden en miles de años de historia, cultura y creatividad. Esta es la historia del 

, de cuando los faraones dominaban el Nilo hasta el scroll infinito de Instagram.

En el Antiguo Egipto, la cosmética desempeñaba un papel integral en la vida cotidiana, no solo por razones estéticas, sino también por su significado espiritual y social. La henna, un tinte natural derivado de la planta 

, se utilizaba para teñir el cabello, la piel y las uñas. Este uso está documentado en prácticas funerarias, donde se han encontrado momias con uñas y cabellos teñidos, lo que indica su importancia en rituales de preparación para la otra vida 

Aunque no existen registros específicos que indiquen que figuras históricas como Cleopatra utilizaran henna para teñirse las uñas, el uso generalizado de cosméticos entre las élites egipcias sugiere que prácticas similares eran comunes. La aplicación de henna no solo embellecía, sino que también servía como símbolo de estatus y protección espiritual, reflejando la profunda conexión entre la estética y la cultura en el Antiguo Egipto 

(Perfumes and cosmetics in the Ancient World)

 como lo entendemos hoy, podemos afirmar con base en la evidencia arqueológica y bibliográfica que:

, además de cabello y piel, especialmente en rituales funerarios.

El color en las uñas formaba parte de un lenguaje visual

, no decorativo en el sentido moderno, pero sí cargado de significado.Su aplicación estaba ligada a 

funciones simbólicas, espirituales y sociales

Estas prácticas representan una aproximación temprana a la estética personal, en una cultura donde el cuerpo tenía una dimensión ceremonial.

En la antigua China, alrededor del año 3000 a.C., se desarrollaron fórmulas tempranas de esmalte de uñas utilizando ingredientes naturales como cera de abeja, clara de huevo, gelatina, tintes vegetales y goma arábiga. Estos esmaltes no solo tenían fines estéticos, sino que también reflejaban la posición social de quien los usaba. Durante la dinastía Zhou (1046–256 a.C.), los colores dorado y plateado eran reservados para la realeza, mientras que en la dinastía Ming (1368–1644), los tonos rojo y negro se asociaban con la nobleza. Las clases bajas tenían prohibido usar estos colores, y su uso indebido podía acarrear severas sanciones.

Además, el uso de extensiones de uñas y protectores elaborados con materiales preciosos como oro y porcelana se convirtió en una práctica común entre las élites, simbolizando que no realizaban trabajos manuales y, por ende, su alto estatus social.

Babilonia: uñas como preparación para la guerra

En la antigua Babilonia, alrededor del 3200 a.C., los guerreros se preparaban para la batalla con rituales que incluían el cuidado personal. Se ha documentado que utilizaban kohl, una sustancia cosmética, para pintar sus uñas de negro o verde. El color negro estaba asociado con los nobles, mientras que el verde era común entre las clases bajas. Este uso del color servía tanto para intimidar al enemigo como para reflejar la jerarquía social dentro del ejército.

Edad Media y Renacimiento: el silencio del esmalte

Durante la Edad Media, la estética de las uñas entró en un letargo. El cristianismo promovía una imagen de modestia, y la ostentación corporal (incluyendo las uñas largas o pintadas) era mal vista. Pero en el Renacimiento, el cuidado personal regresó poco a poco como una práctica noble. No hay pruebas de 

 como lo entendemos hoy, pero sí se valoraban las uñas limpias, pulidas y bien formadas.

Siglo XX: de las estrellas de cine a la calle

La verdadera revolución llegó con el siglo XX. En los años 20, la invención del esmalte moderno (inspirado en la pintura de autos) permitió una gama de colores inédita. La marca Cutex popularizó el esmalte de uñas como un artículo accesible, y Hollywood hizo el resto: estrellas como Rita Hayworth y Jean Harlow llevaban uñas perfectas, convirtiéndolas en objeto de deseo y aspiración.

En los años 70 llegaron las uñas acrílicas, los salones de uñas se multiplicaron y el 

 se convirtió en un estándar elegante. Los 80 trajeron el neón, los 90 el minimalismo y los 2000 una fiebre por los brillos y las decoraciones 3D. Cada década, una uña.

Instagram y la democratización del arte en miniatura

 es una forma de expresión, empoderamiento e identidad. Desde diseños minimalistas hasta elaboradas piezas tridimensionales con pedrería, fuego y aerografía, lo que antes era lujo ahora es cultura pop. Gracias a Instagram, TikTok y Pinterest, lo que ves en Tokio por la mañana puede inspirar un diseño en Buenos Aires por la tarde.

Además, ha dado voz a una enorme comunidad de artistas independientes que dominan técnicas, tendencias y narrativas propias, elevando la manicura a la categoría de micro arte contemporáneo.

Pintarse las uñas ya no es solo cuestión de estética: es una forma de contar historias, afirmar identidad y conectar con una tradición que ha cruzado siglos y culturas. El nail art sigue evolucionando, pero su esencia permanece: una expresión personal hecha arte, desde la punta de los dedos.

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