Úrsula es un gran personaje. Punto. No necesita justificación. Su personalidad y carisma malvados se roban la película. Sabes que es perversa, y aún así, no puedes evitar amarla. De hecho, es imposible no emocionarse… o aterrarse, al verla entrar en escena. Porque Úrsula no sólo tiene presencia, ella impone. Y parte de eso, entre muchas otras cosas, son sus uñas.
El rojo domina
Tanto sus uñas como sus labios están pintados de rojo. No cualquier rojo. Es un rojo dominante, teatral. Un rojo que dice: "Yo mando aquí." Y aunque las uñas no son el foco, no son protagonistas en el sentido tradicional, son indispensables para construir ese look que es pura actitud.
¿Qué sería Úrsula sin ese gesto de mano con uñas afiladas, apuntando con poder? Ese rojo es parte del hechizo de control.
La Reina del Glamour
Y hay algo más: Úrsula no sólo es malvada. Es glamorosa. Su cabello blanco no es una casualidad, es una declaración de elegancia, de edad que no pide permiso, de sabiduría y maldad con estilo. El corte está perfectamente peinado. El maquillaje, impecable. Sombras azules que armonizan con su piel morada. Y ese “vestido” negro con tentáculos púrpuras... es que no hay otro personaje con un diseño tan bien pensado. Cada detalle tiene intención.
Úrsula es de esas figuras que puedes mirar una y otra vez y seguir encontrando capas. Su estética es rica, exagerada, teatral. Todo en ella es exceso... y por eso mismo, perfección.
Un linaje de reinas del exceso
Úrsula no surge de la nada. Es el eco profundo de un linaje poderoso: el de las reinas del exceso, las figuras que se atreven a ser demasiado. Demasiado grandes, demasiado maquilladas, demasiado ruidosas, demasiado glamorosas.
En una cultura que castiga el exceso femenino, Úrsula se lo apropia y lo convierte en arma.
Su diseño está inspirado directamente en Divine, la drag queen que revolucionó el underground con pelucas imposibles, cejas que tocaban el cielo y una actitud que no pedía disculpas. Pero el linaje no termina ahí. En ella resuenan también las grandes divas del cine clásico: Bette Davis, Joan Crawford, Mae West, mujeres que hablaban fuerte, fumaban más fuerte, y miraban como si el mundo fuera suyo.
También podrías ver a Úrsula como una prima lejana de Cher, de RuPaul, de Lady Gaga, de cada figura que ha hecho del cuerpo un espectáculo y de su estilo una declaración. Su esencia está hecha de las mismas fibras que sostienen a las grandes drag queens, a las brujas glamorosas del cine, a las villanas que no temen ser adoradas.
En ese linaje, las uñas son una constante: afiladas, largas, imposibles de ignorar. No están ahí para verse bonitas. Están para sellar pactos, marcar límites, hechizar con un gesto. Las uñas de Úrsula no son un detalle, son parte del estandarte que ondea con cada movimiento: "Aquí reina el glamour. Aquí mando yo."